Una historia espeluznante
Charly se levantó como un resorte de la cama. Sudando a mares, entre temblores y escalofríos, en su mente resonaba un solo pensamiento: "En cualquier momento vienen a por mí". Sacó la mano de la cama despacio tanteando en la oscuridad en la zona donde se encontraba la mesilla y logró asir su iPhone. Apretó su único botón redondo y el teléfono le ofreció la hora gentilmente: las 3 y 10 de la madrugada. Con la respiración aún agitada dirigió su mirada hacia las sombras que proyectaba la luz del móvil; reconoció la forma de su armario y, a la izquierda, vio el umbral de la puerta. Nada. Nadie. Respiró un poco más aliviado y pudo pensar: "¿Cómo es posible que haya llegado a sucederme esto? En cualquier momento vienen a por mí". Hizo memoria apresuradamente de lo que había vivido el día anterior, 8 de noviembre de 2011, un día hijo de puta donde los haya. Los medios de comunicación no paraban de hablar y escribir de lo mismo, era una tortura. Y eso que la noche anter