Jodiendo la marrana

Llevamos mucho tiempo escuchando una imbecilidad tras otra de boca de los políticos; a la corrupción que ahora se está destapando pero que ha existido siempre, sin importar la ideología del sustrayente, hay que añadirle la ignorancia supina de algunos ministros y sucedáneos que pueblan el entorno. A mí me ha dolido especialmente la última perla que nos ha soltado el Ministro de Educación, José Ignacio Wert, en la que lanza un mensaje que va directo a la línea de flotación de la mentalidad paterno/materna.

Los padres responsables siempre hemos tenido la preocupación de acertar con la mejor opción educativa para nuestros hijos. Yo he participado en multitud de conversaciones que giraban en torno a esta cuestión y he visto a muchos padres acojonados ante la tesitura de tener que aconsejar y orientar a sus hijos. Y he visto a muchos de ellos fracasar en el intento precisamente por no tener unas ideas más o menos claras y caer en la tentación de seguir la corriente mayoritaria. Y la corriente más extendida es aquella que dice que nuestros hijos deben estudiar las carreras que se supone que más salidas laborales tienen en detrimento de estudiar y adquirir conocimientos sobre las materias que más les gustan y con las que más disfrutan.

Con lo difícil que resulta a veces lograr que un hijo se decida a entrar en la universidad y prepararse lo mejor posible para el futuro, con lo que cuesta explicarle a tu hijo que tiene que intentar disfrutar de lo que está aprendiendo porque si no la carrera es un suplicio, con el esfuerzo que hay que hacer para inculcarle un espíritu emprendedor, con lo que se suda para que no tire la toalla si se tuercen las cosas, solo nos faltaba que venga ahora un imbécil sentando cátedra y diga exactamente lo contrario de lo que hay que hacer o decir.

Yo tengo un hijo de 19 años que está cursando 2º de Historia en la Universidad del País Vasco. Todos los días tiene que ir de Barakaldo a Vitoria y hacer un esfuerzo tremendo para que el tiempo le dé para todo. Ahora mismo está un poco desanimado porque ha suspendido alguna que no pensaba, pero afortunadamente mi hijo no escucha al gilipollas de Wert. Quien sí ha escuchado infinidad de veces esa misma frase de boca de otras personas he sido yo, que he tenido que batallar lo indecible en contra de la opinión de familiares, amigos y compañeros de trabajo que, muy amablemente, me han recordado una y otra vez que un historiador tiene menos futuro que un vendedor de helados en el Polo Norte.

Como, para bien o para mal, los tengo bien puestos y soy una persona de convicciones fuertes, pues no ha habido todavía cristiano que me haya ganado esta batalla. Pero al escuchar al pollo José Ignacio se me encienden los ánimos y se me hinchan las gónadas hasta alcanzar las proporciones adecuadas al tamaño de los Colosos de Memnón. Me gustaría saber de qué inteligencia suprema se ve conferido un tío que ha estudiado Derecho y Sociología Política para decir una soplapollez de semejante calibre que, por desgracia, calará en mucha gente.

Espero que mi hijo sea historiador, incluso yo mismo espero serlo ya que estoy estudiando para envejecer rodeado de libros e intentando comprender este jodido mundo un poco mejor, pero le garantizo señor Wert que, si lo logra, mi hijo estará mucho más capacitado que Vd. para emitir una opinión más atinada que la suya porque dispondrá de una visión holística del mundo y de la vida, y evitará, a buen seguro, el riesgo de convertirse en un indigente intelectual como ha ocurrido en su caso, que ha estudiado Derecho, porque a los abogados nunca les falta trabajo, y ha acabado metido a político inepto y prepotente.


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