Historia y progreso según Kant

En el siglo XVIII estamos en la modernidad plena, en ella se consuma enteramente el paso del Teocentrismo propio de la Edad Media y la primera modernidad (en el Renacimiento y el siglo XVII) al Antropocentrismo. Un autor que pensó profundamente este paso fue Kant sosteniendo que el hombre es el sujeto de la razón y por ello el fundamento del mundo. En el marco de la Ilustración –en cuyo seno se movió Kant– se afirmó que hay una Historia Universal (la historia por lo tanto sería única, omniabarcante) y que esta historia está marcada por el Progreso (el tiempo histórico debe ser, por lo tanto, lineal, continuo y acumulativo, ascendente –va de lo inferior hacia lo superior, etc.). Esta idea de una Historia Universal en Progreso significa por lo tanto creer que el mundo moderno (con el conjunto de procesos que lo definen) marca el fin de la Historia: la meta o la cima a la que se debe dirigir toda la humanidad. Está aquí, por cierto, la tesis que dio alas al colonialismo del siglo XIX: si