Las maravillas de Nubia salvadas de la inundación

Los faraones del Reino Medio (1991-1786 a.C.) disfrutaron de tiempos de prosperidad. Los lazos comerciales con Asia atravesaban su momento más lucrativo y, debido al deseo de extender el reino, acabaron por conquistar Nubia, una civilización distinta en la parte alta del Nilo.

Las tierras de la antigua Nubia

Los nubios eran granjeros autosuficientes, aunque en el fondo eran una raza de guerreros. Aun así, no podían medirse con un vecino capaz de reunir una fuerza de 20.000 hombres. Antefoker, "ministro del gobierno egipcio" del siglo XX a.C., escribió "Masacré a los nubios en varias ocasiones. Fui hacia el norte y en el camino destruí las cosechas, talé los árboles que quedaban e incendié sus casas..." Describió tal agresión como "inculcar el temor a Horus (el rey) en las tierras extranjeras del sur para pacificarlas".

El atractivo de Nubia residía en sus recursos minerales, en especial el oro. Podría ser, incluso, que el nombre de la región derivara del egipcio nbw, que significa "oro", y que su traducción fuera "tierra de oro". Además, por medio de expediciones comerciales que se adentraban más al sur se podían obtener objetos muy valorados omo marfil, incienso, mirra, ébano, madera aromática, y pieles de leopardo y de jirafa. Lo extraño es que los mercaderes y las partidas militares de saqueo de Egipto parecían evitar emplear el Nilo como ruta de transporte. Preferían seguir la "ruta de los oasis", que se separaba del río en el centro de Egipto y seguía una cadena de oasis, incluyendo los de Farafra, Dakhleh y Dush.

El templo de Kalabsha, uno de los templos que se logró salvar.

La armada egipcia

Las campañas militares en el extranjero requerían de una armada muy organizada, a tiempo completo. Ésta estaba repartida en guarniciones en lugares conflictivos como Nubia y Asia, y cerca de las capitales reales a lo largo del Nilo. La infantería estaba dividida en pelotones de diez; 20 pelotones formaban una compañía, y 25 compañías componían una división (o una armada, como solían llamarla los generales egipcios, lo cual era algo confuso). Cada compañía estaba bajo el mando de un capitán que portaba el estandarte. Las unidades más efectivas eran las de los arqueros, agrupados en batallones especiales, que a menudo ofrecían apoyo a los ataques de la infantería. Los egipcios eran buenos en ataques directos, con su veloz caballería de carros (organizados en grupos de 50), sus expertos lanzadores de jabalinas, y los temibles luchadores con espadas. Pero no tenían idea de cómo irrumpir en una ciudad sitiada y tenían que conformarse con acampar fuera y esperar los efectos del hambre.

Una carrera en contra del Nilo

Existe un gran número de legados arqueológicos provenientes del Egipto rubio, pero los templos de Abu Simbel en el Nilo, al sur de la presa de Asuán, son los más espectaculares. Estos dos templos fueron excavados en acantilados de piedra arenisca hacia el 1250 a.C. bajo las órdenes del rey Ramsés II. El de mayor tamaño, 55 m. de profundidad, estaba formado por una red de salones y cámaras que llevaban a un santuario central dedicado a los dioses más importantes de Tebas, Menfis y Heliópolis. Orientado de tal manera que los rayos del sol al amanecer iluminaban las estatuas de los dioses, además de la del propio Ramsés. Entre las valiosas piezas de decoración de pared descubiertas, se encuentran unos relieves que representan la guerra entre los egipcios e hititas en Kadesh, e inscripciones escritas, al parecer, por soldados mercenarios griegos hacia el 550 a.C. El templo menor estaba dedicado a la esposa de Ramsés, la reina Nefertiti, y en su fachada aparecen retratados los niños de la pareja real.

Así estaba de cercano al agua el templo de Abu Simbel antes de la construcción de la presa...
...y así se encuentra ahora, a salvo por completo del nivel más alto del agua.
En 1964 comenzó una de las operaciones de rescate arqueológico más notables de la Historia: se trataba de salvar las estructuras más importantes de la arquitectura nubia de las aguas del Nilo, que se elevarían como resultado de la construcción de la presa de Asuán.

Los templos fueron desmontados cuidadosamente, pieza a pieza, que fueron numeradas para facilitar su reconstrucción.
Egipto y Sudán ofrecieron el 50% de los descubrimientos a cualquier grupo internacional que se comprometiera a trabajar en la zona amenazada; se presentaron 22 países que identificaron cientos de yacimientos  nuevos. Se llevaron a cabo miles de estudios, diarios detallados de las excavaciones, y fotografías que mostraban las reliquias en su lugar de origen. Algunos templos, entre ellos el de Abu Simbel, fueron desmontados y vueltos a montar, piedra a piedra, en emplazamientos lo suficientemente elevados como para evitar la inundación del Nilo. Aquí podéis ver alguno más de los que se lograron salvar.

Templo de Amada
Templo de Wadi El Seboua
Imagen del templo de Philae antes de la construcción de la presa.

El templo de Philae, una vez salvado de las aguas.



Salvar la arquitectura nubia fue la operación de rescate arqueológico más importante de la Historia.

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